martes, 29 de marzo de 2011

Chan chin miedo

Jackie Chan está bien y trabajando en su próxima película. Así reza el escueto pero firme desmentido en la página oficial del actor en Facebook a la noticia sobre su repentino fallecimiento por un ataque al corazón. El bulo se ha propagado este martes  hasta convertirse en #trendingtopic en Twitter y llenar de estupor, consternación y después alivio los más sorprendentes foros.  Tampoco consta que el community manager de la estrella luchadora, encargado de velar por su reputación en Internet, se haya suicidado. Pero probablemente ha estado a punto.

Lo bueno de la vida virtual es que te permite resucitar sin daños aparentes; lo malo, que no puedes matar las mentiras. Hace unos años, una amiga periodista me llamó desde París, a minutos del cierre, para preguntarme si sabíamos algo de la supuesta muerte de Fidel Castro. Telefoneé a nuestro delegado en la sede central de CNN, en Atlanta. El rumor, me confirmó, estaba circulando. Y rebotaba y se multiplicaba por Google formando una cadena infinita con la credibilidad decreciente que todavía hoy podemos atribuirle. (Si alguien quiere hacer la prueba, no tiene más que escribir en el buscador: “Fidel Castro ha muerto”). Pero a día de hoy el dictador sigue vivito y, si no en plena forma, sí vestido de chán-dal.

Jackie Chan no solo está bien, probablemente –y esto lo añado yo- se encuentre hasta consciente y orientado. Tiene su mérito porque , según su sitio web,  el hiperactivo actor continúa desplegando su energía inagotable. Hoy mismo –a pesar del fúnebre rumor- se ha entrevistado con el cónsul japonés en Hong-Kong para preparar un  festival benéfico dedicado a las  víctimas del tsunami. El representante nipón, rápido de reflejos, no le ha dado el pésame. Hubiera sido de mal gusto. Y quizá se hubiera llevado una patada voladora del (presunto) cadáver.

Chan no ha muerto y en España, para desgracia de Rubalcaba, ha revivido el caso Fai-chán. ¿Intentó el Gobierno impedir la detención de etarras para favorecer la negociación con la banda terrorista? Posiblemente, de acuerdo con la investigación judicial. ¿El fin justifica los medios? ¿Y en política? ¿Y en este caso concreto? No para el PP, porque ni ocupaba el ejecutivo ni se logró el fin de la violencia. Sí para el Gobierno, que estaba ya en el poder y espera conseguir ahora su objetivo. ¿Y en qué quedamos los demás? A falta de consenso más amplio, mejor seguir unidos acosando a los asesinos.

Y las que han descubierto este martes la buena vidorra han sido las futuras estrellas del zoo de Madrid. Po y De-de , tratados como reyes, han paseado por primera vez al aire libre.  Larga vida a estos oseznos chinos, larga vida a Jackie, príncipe del kungfu-panda, y mucha tranquilidad: los Chan son capaces de morir, sin exagerar, una docena de veces. Y luego, como si tal cosa, resucitan y vuelta a terminar. Una existencia infernal. 

viernes, 25 de marzo de 2011

De Chabel a Google

Sexo fácil en Facebook, viajes baratos y descargas gratuitas. ¿Qué más quiere, señor Google? Detenga un momento el algoritmo mientras acabo de etiquetarme. Le propongo un pacto de no agresión. Usted me sitúa arriba, que estoy buscando curro, y yo evito las insinuaciones sobre monopolio.  ¿Que me lee poca gente? No se engañe, lo importante no es la cantidad, sino las experiencias. Un bloguero suele ser experto en algo. Yo, como el Bar Chabel del amigo Ángel, en el servicio a los clientes. Hasta ahora nadie se ha quejado. Y si alguno lo hace, ingratos también hay, juraré por Steve Jobs que son los nimios inconvenientes de la imprescindible y  beneficiosa interacción.

Me encuentro en plena conversión digital, no llegué a tiempo de ser nativo (mi parto se adelantó 30 años), pero en cuanto me muevo asoman tras el portátil las arrugas del aborigen analógico que llevo cincelado en el ADN. Trasnochado e inmutable, de-los-de-to-da-la-vi-da. El miércoles, sin ir más lejos, la mano derecha me delató. Al entrar en un curso de Comunicación 2.0, cogió, en rápido gesto reflejo, un periódico. De papel. Antiguo y unidireccional, de-los-de-to-da-la-vi-da. Rápidamente (¡¡¡niña, caca!!!), lo eché en un bolso del chaquetón, junto a la libreta, la agenda y la acreditación. Todo tan físico, tan poco táctil… Mis amigos solían decir que, a cualquier hora del día (o de la noche) siempre aparecía con un diario bajo el brazo. Yo les contestaba que era por si acabábamos en un encierro. Lo siento, no puedo imaginar a los mozos citando al toro con el Ipad. Y mira que tiene aplicaciones…hasta grasientas...






Soy consciente; necesito mejorar mi posicionamiento. A la hora del café me encontré solo y lejos de los camareros. Como Zapatero en Bruselas, pero sin Moratinos para acompañar con un segundo silencio. Otro periodista, felizmente reorientado hacia el futuro, acudió en mi auxilio. Cuando educadamente me tendió su tarjeta, me percaté de que las mías estaban guardadas en casa. (No vayan a acabarse). Puse interfaz de idiota y prometí mandarle un mail. Lo haré ahora mismo. Atrás quedaron aquellas noches de garabatear el  teléfono de una chica  –siempre sin nombre, ¿por qué?-  en la servilleta arrugada de un garito y no poder llamarle. (¿Era Margarita o Magdalena?: anda, Google, listillo, lúcete). Por la tarde, tuve que salir corriendo y tampoco pude profundizar en el networking cervecero. Primera conclusión: falla el factor humano. Resetear. ¿O directamente formatear?

También tendré que modernizar los cachivaches. Aunque los cassettes siguen confinados en el trastero (http://cort.as/0h5I), no parece demasiado cool asistir a un seminario 2.0. con un ordenador sin Internet. Confiaba en la wifi, pero no pude conectarme en todo el día; a cambio, mis seguidores de Twitter disfrutaron de #undíasinsanti. ¿Y el smartphone?  Pronto. El móvil actual, smurphone –teléfono pitufo- , va a pedales pero por desgracia parece suficiente. Sólo recibí una llamada durante las sesiones y ni siquiera pude presumir de moderno, se habían equivocado de número.

Mientras yo custodiaba mi isla, un veinteañero con zapatillas, tableta y Iphone se mantenía atento a las pantallas como si fuera el jefe de los seguratas. No sé si por las canas o porque divisó algún verbo entre mis notas (¿marcaré tendencia?), descubrió que era un infiltrado y me preguntó dónde trabajaba. “Estoy aprendiendo”, aseguré antes de enfangarme en turbios detalles sobre el futuro de los medios y el mío propio. Mi reputación offline, por los suelos. La online, en la incubadora. Hoy mismo continúa en Twitter, propuesto como un trending topic, el tema  #fosilesdelos80. Atrapado por la nostalgia y los viejos amigos (http://cort.as/0h58), he estado a punto de inscribirme.

De Gadafi a Google, de Fukushima a Facebook, del contenido a las redes. Yo, que me dedicaba a ordenar noticias, compruebo cómo en mi muro se mezclan los ojos de Liz Taylor con los filetes de Lady Gaga, los destrozos del tsunami con chafardeos de diversa estofa. Igualito que en una ronda de cañas. Y no se crea, señor buscador. Como en aquel glorioso bar Chabel, en este outlet destartalado, en este modesto  –con perdón- repositorio siempre encuentro amigos, gente importante, prescriptores. Comentar, compartir, me gusta. Voy a tener suerte. 

viernes, 18 de marzo de 2011

Tonting topics #prayformonjitas

shakira @sorpin(tora) 1.500 millones les han robado…Vaya fondo de armario :-), #pobresmonjitas

sorpin(tora)
@shakira los ahorrillos de los últimos meses… En fin, recemos…

shakira@sorpin(tora) si podemos ayudarle …#pobresmonjitas

davidbisbal@sorpin(tora) ofrezco un festival benéfico, aunque sea cobrando,, en su convento #prayformonjitas
http://bit.ly/bQVPdQ

sorpin(tora)
@davidbisbal me gusta la música, pero la caderita...

davidbisbal
@sorpin(tora) Si prefiere, reúno orquesta Colores para tocar pajaritos. Un convento tan bonito, tan vacío…
#prayformonjitas

sorpin(tora)
@davidbisbal No, hijo, gracias, nos pisarán el jardín, orinarán sobre las petunias…la juventud…

davidbisbal@sorpin(tora) Y si contrata a Torrente??? #Torrenteescojonudo http://bit.ly/i1tf3w

sorpin(tora)
@bisbal Ya sé que es un hombre de orden, pero no acabo de verlo...Mejor discreción…

ruizma(teos)
@sorpin(tora) No le habrán quedado billetitos para unos pagarés de Nueva Rumasa…Ustedes son como abejitas laboriosas…

sorpin(tora)
@ruizma(teos) Reza, hijo, reza, ya lo dice Susan(tidad) Bene(dicto) X(VI)

ruizma(teos)
@sorpin(tora) Ande,madre, por la humilde clase trabajadora…

sorpin(tora)
@ruizma(teos) Ni por todo el brandy del mundo #pobresaccionistas :-)

ruizma(teos)
@sorpin(tora) Y por un camión de Dhul?? Ustedes son golosonas,,,, si somos amigos del Feisbuc

sorpin(tora)
@ruizma(teos) Oiga, que estamos en clausura pero tenemos Internet  #nosomostontas

ruizma(teos)
@sorpin(tora) Les rezamos una misa en nuestra capilla, como aconsejaría Monse(ñor Escrivá)

sorpin(tora)
@ruizma(teos) Gracias, de misas vamos sobradas #aDiosrogando #prayformonjitas

ruizma(teos)
@sorpin(tora) Por cierto, cómo va mi retrato? http://bit.ly/gG8a0I Una rebajita ya me hará...

sorpin(tora)
@ruizma(teos) Será de calle, que de Supermán ya he pintado a Mourinho. Estoy con la cara, que tiene bastante :-)))) #bribón

(supre)mou
@sorpin(tora) Madre, en confianza, me ha pintado con cara de enfado…

sorpin(tora)
@(supre)mou  Hijo, el hiperrealismo es así #avecesseganaavecessepierde

(supre)mou
@sorpin(tora) seguro que a Guardiola le saca más guapo…

sorpin(tora)
@(supre)mou no se preocupe tanto del Pep, usted es especial…

(supre)mou
 #conspiración,conspiración,conspiración

shakira
@3gerardpiqué@sorpin(tora)  Y el nuestro, para cuándo??? http://bit.ly/gQWl8r

(supre)mou
@todaEspaña @mundoentero #conspiración, conspiración, conspiración

sorpin(tora)
@shakira@3gerardpique señores Piquira y Shaké, porque necesito el dinero, que no se entere Rouco…

elenasalgado
@sorpin(tora) Querida amiga…

sorpin(tora)
@ elenasalgado no me olvido del retrato... :-)

elenasalgado
@sorpin(tora) como sabrá, en Hacienda estamos intentando acabar con las bolsas ocultas de dinero…

(supre)mou
@laVíaLáctea@eluniversoentero  #conspiración, conspiración, conspiración

sorpin(tora)
@elenasalgado Uy, no tengo nada…Soy pobre de toda pobreza, casta de toda castidad… #prayformonjitas

elenasalgado
@sorpin(tora) No gracias, como le decía hay cosas raras…  #Haciendasomostodos

sorpin(tora)
@elenasalgado Tengo que irme #aDiosrogando . Conozco más casos, debe ser cosa de familia, les pasó a mis sobrinos.. .(:-)))) http://bit.ly/1qmvc4

domingo, 13 de marzo de 2011

El cliente siempre tiene razón

Una llamada. El gesto preocupado del periodista al colgar. De repente, un corrillo en la redacción. Carreras nerviosas, el volumen de los televisores, zapping. Más llamadas. Algún gruñido. “Coño, eres el tercero que me telefonea, así no puedo confirmarlo”. Cálculo de riesgos. “¿Y si lo damos ya?” “Tampoco hay teletipos”. Las primeras tentaciones. “En Internet ya lo han colgado”. La pregunta: “sí, pero a quién están citando?” El visto bueno, a gritos. “¡¡Adelante!!”. La llamada definitiva, casi costumbrista. “Creo que voy a regresar tarde a casa…”. Y un titular, deferencia a la familia que tan pacientemente nos aguanta. “Se ha estrellado un avión en Barajas”, “parece que ha muerto Michael Jackson” o “terremoto bestial y alerta de tsunami”.

Editar información continua resulta algunos días infernal. Justo cuando merece la pena. Horas y horas bajo una torrentera de datos, de imágenes impactantes, pendientes de testimonios “que-tienen-que-salir-ya”. La noticia de alcance, en un lugar bien comunicado, desemboca en un directo televisivo sin guión previo ni duración prevista. La información circula a toda velocidad, brincando de boca en boca, de móvil en móvil –ahora también en Twitter- , rebota a los diarios digitales, salta al plató. La verdad, confusa al principio, va perfilándose, extrayéndose con fórceps de un ovillo de detalles contradictorios (¿cuántos heridos?), de versiones que no concuerdan (¿fallecido o clínicamente muerto?) y anuncios desmentidos (¿cómo que no hay comparecencia?). Filtrar, jerarquizar, distribuir. Acelerar sin acelerarse. Peor están, siempre, los protagonistas involuntarios de la noticia y, en segunda instancia, los periodistas sobre el terreno.

Recordemos el 11M. 192 muertos y, siete años después, una batalla abierta. Primera cuestión: los hechos. Los datos conocidos avalan la actuación policial, la instrucción judicial y la sentencia. La autoría islamista de la matanza está probada. Las sospechas no alcanzan hoy otra categoría. En segunda instancia, ya sabemos, la lectura política. ¿Hicieron perder los atentados las elecciones al PP? Sin duda, influyeron. Pero, ¿influyeron los atentados o los tejemanejes del gobierno de Aznar, estirando contra las primeras evidencias policiales su hipótesis sobre la autoría de ETA? La gran pregunta: ¿quién intentó manipular?

El 13 de marzo de 2004, pasadas las seis y cuarto de la tarde, cuando los rumores cada vez más intensos sobre las primeras detenciones no habían sido difundidos, unos gritos airados procedentes de un monitor sacudieron a los periodistas que trabajábamos en la redacción de CNN+. Era la señal de la cadena internacional APTN. Manifestación ante la sede nacional del PP. Decidimos sacarla al aire. Un directo muy caliente en plena jornada de reflexión. “Queremos la verdad antes de votar”, “las bombas de Irak estallan en Madrid”. Llamadas. Tensión, nervios, alguna imprecisión. Lo normal en los días infernales.




La protesta subía de tono, iba prendiendo en otras ciudades. A las ocho, el ministro del Interior, Ángel Acebes, compareció para anunciar la detención de dos hindúes y tres marroquíes. Luego habló Rajoy, y Rubalcaba, y hubo más conexiones, y de nuevo Acebes pasada la madrugada, reconociendo –a buenas horas- que Al-Qaeda se atribuía la matanza. Entre esa amalgama de elementos, ofrecidos en directo, con los nervios de punta, la verdad iba decantándose, viendo la luz con fórceps, para desmentir al Gobierno.

“Hemos perdido por vuestra culpa”. La acusación se dirigía contra el redactor de CNN+ enviado el 14 de marzo a la sede del PP para informar sobre el desarrollo de la noche electoral. “Televisión, manipulación; grupo PRISA, España no se pisa”. Los gritos de cientos de personas congregadas unos días después, en el mismo lugar, para protestar contra lo que consideraban el robo de una victoria electoral cantada. Ahí estaban, insultándonos en nuestro propio canal, testigo y protagonista al mismo tiempo.

13 de marzo de 2011. ¿Manipulación sobre la autoría de los atentados? Otros la intentaron, sin éxito. Los ciudadanos informados no suelen dejarse engañar. Ni entonces ni ahora. ¿Protestas orquestadas, conspiración electoral contra el PP? Un insulto a los votantes. En democracia, el cliente siempre tiene razón. Entonces, ahora y por supuesto en el futuro.

martes, 8 de marzo de 2011

Carnaval (trabajo de campo)

Comienzo a caminar hacia casa, todavía disfrazado. No quiero que nadie me reconozca; siempre he sido tímido. Yo tampoco me miro, prefiero no saber cómo soy. Extraña obligación: ser. Se puede estar o no estar, pero ¿por qué siempre hay que ser de alguna manera, incluso equívoca o cambiante? Es extraño, estoy extraño. Me siento extraño. Las copas me ponen existencialista. Ponerse. Me meten en jardines mentales. Meterse. Mejor lo dejo y me siento. Cansado.

Carnaval, jugar a ser otro. No quise vestirme de superhéroe de película, guerrero de las galaxias ni mago del gol. Un ganador, ídolo de masas. Me daba pereza, quizá vergüenza. Resulta pretencioso. ¿Y un perdedor, derrotado por la vida? Los hay a cientos en el telediario, en la calle, tras las tapias del cementerio. Demasiado visto. No hace falta. Basta con jugar a no-ser. Ponerse una careta o quitarse la habitual. Mantenerse a cubierto, tapado, escondido. Como ahora estoy.

Examino al estudiante con ademanes de político. Atril, maletín y primera piedra. Prometiendo billetes más baratos, hospitales con máquinas modernas y menos médicos,  Internet gratis, subvenciones no contaminantes. Se revuelve incómodo. Intento convertirme en invisible, no-estar, yo tampoco le gusto. Ni a esas monjas madrugadoras, ¿auténticas o falsas?, que se acercan agitando sus buenas intenciones. Una mirada furtiva, luego reprobatoria. Quizá les recuerde a la hermanita bienhechora que distribuía a escondidas bebés robados por el bien de todos, corrigiendo los borrones de ese dios tan ocupado que se despista con los detalles…

Llega el autobús. Desfile freak en la parada de los monstruos. Maromos a lo loca, con más pelos que faldas y el sexo alcoholizado en los ojos, acosan a una mujer-araña que, maldiciendo su ocurrencia, se escabulle conmigo a la última fila. Como si el problema fuera el disfraz. Abucheos al conductor exprimido en su uniforme (o a su suplantador). Insultos a un jeque arrugado que, tras reclamar silencio, garantiza petróleo gratis para todos. Aplausos. Las personas normales hacemos cosas raras. Cualquier noche, con o sin coartada.  

En casa, sentado sobre la cama, me despojo del traje. Jamás volveré a convertirme en espejo cóncavo. Busco un último reflejo antes de apagar la luz. Ahí estoy, en el centro de gravedad de la realidad deformada. Tal vez soy eso, o ya no me reconozco.  

 

jueves, 3 de marzo de 2011

Daños colaterales

“Hemos hecho lo que teníamos que hacer”. En abril de 1986, Ronald Reagan justificó en esos términos el bombardeo de objetivos estratégicos en Libia. Washington acusaba a Muammar el Gadafi, que escapó ileso por poco, de instigar el ataque a una discoteca de Berlín que costó la vida a un militar estadounidense. Recuerdo mi discusión con el profesor Lanchares durante la clase de Historia. Él, partidario de la mano dura, aseguraba sin mentir que el líder libio era un terrorista; yo, un estudiante idealista de COU, replicaba que debería ser juzgado, no bombardeado.

Dos años después, en 1988,  se produjo el atentado contra un avión de la PanAm. Tras una explosión en pleno vuelo, el aparato se precipitó sobre Lockerbie. Murieron 270 personas. El caso, ahora sí, fue llevado a juicio. El régimen libio reconoció su responsabilidad     –no la del propio Gadafi- y pagó compensaciones económicas a los familiares de las víctimas. Pero el paso del tiempo y la realpolitik de los petrodólares rehabilitaron al dictador, rompiendo su aislamiento.

El tirano ya no era un paria, aunque despertaba recelos. Todavía en septiembre de 2009, los países occidentales prefirieron enviar representaciones diplomáticas de segundo nivel a los actos conmemorativos del cuadragésimo aniversario de su dictadura. Estaban molestos porque el único condenado por el atentado de Lockerbie, Abdel Baset al-Megrahi, fue recibido en Trípoli como un héroe por el propio Gadafi. El agente libio había sido extraditado poco antes desde Escocia por razones humanitarias: sufría un cáncer incurable en fase avanzada. Por cierto, creo que todavía vive; o, por ser más exactos, no he hallado ni un solo dato sobre lo que entonces parecía un cercano fallecimiento. 

Gadafi, acorralado por el reloj, bombardea estos días sin remordimientos a su propio pueblo, que se ha levantado para defender la libertad. Mientras la comunidad internacional decide  – EE. UU. aún no sabe, Europa no contesta – cómo precipitar su salida del poder para sentarle en el banquillo, algunos idealistas dudamos si lamentar  que aquella desproporcionada reacción de Reagan no alcanzara al líder de la revolución libia.  

Las leyes internacionales, la fuerza o la razón, las trampas prácticas de la conveniencia. Delicados dilemas. En la última década, he vivido en CNN+  una guerra “justa” iniciada por Washington contra Afganistán por ocultar a los autores de los brutales atentados del 11-S, y también la invasión “injusta” de Irak con la excusa de unas armas de destrucción masiva que nunca existieron. Ofensivas militares en las que primero intuimos, de noche y con resplandores verdes, cómo caían las bombas. A la luz del día, descubrimos que las víctimas, tanto unas como otras, tenían cara, ojos y familiares que les lloraban. La verdad, el primer paso para la justicia, se esconde casi siempre en los detalles, en los matices, en esa materia prima que suele detectar la mirada de los periodistas.

Reconozco que es un ejemplo grandilocuente, deliberadamente alejado de la prosaica preocupación que desde hace meses nos atormenta. Sobrevivir. Porque hacemos falta. No sólo para buscar, en Youtube o Liveleaks, las imágenes grabadas y enviadas con un móvil desde Bengasi, sino para recordar que, aunque se encuentren junto a un perro que parlotea en esperanto o a la espontánea deposición de una celebridad, no valen lo mismo.

Los periodistas, por el contrario, sentimos que nos hemos depreciado. Telecinco, una empresa con crecientes beneficios, consumará en unos días el despido, a través de un ERE, de otros 57 compañeros de la factoría informativa que integraron Noticias Cuatro y CNN+. Unos cuarenta más hemos salido desde diciembre. Lo mismo ocurre en otros grupos, en tantas redacciones. Periodistas, da igual la especialidad. Daños colaterales de una crisis que nos sorprendió trabajando, que reduce nuestra industria a escombros, que nos arroja al realismo, que nos deja en el suelo preguntándonos cuándo nos equivocamos, cómo podemos reivindicarnos y si, usando la expresión de Reagan, hemos hecho lo que teníamos que hacer para defender esta puñetera profesión.