Las realidades mandan. Unos políticos que aseguran, con irrefutables datos, que el país está fatal, han arrasado en las urnas a otros que afirmaban, con argumentos creíbles, que a partir de mañana será peor. Del optimismo inconsciente de 2008 a la competición de pesimismo. La justificada alegría del PP, la participación del 72%, eclipsan el cansancio con el que muchos ciudadanos han seleccionado su papeleta.
El veredicto resulta incontestable: respaldo absoluto al tratamiento de choque insinuado, aunque no especificado, por el PP. Rajoy ha conquistado la legitimidad de las urnas para aplicar los recortes y ajustes que considere oportunos. La economía sienta a la derecha en el banco azul. El PSOE tuvo candidato pero nunca posibilidades. Su hundimiento, pierde más de cuatro millones de votos, le devuelve a la incertidumbre del año 2000. Sus políticas de derechos civiles y prestaciones sociales pasan, por inapelable decisión ciudadana, al fondo de la agenda; y sus diputados, a la oposición.