viernes, 12 de abril de 2013

Abecedario de la democracia: P

P: Presidente, pantalla, plasma, periodismo.

Cada minuto que el presidente se confina en la pantalla de plasma, diez ciudadanos convencidos abominan de nuestra democracia menguante. De repente Mariano frena, imposta un énfasis, abre ese paréntesis de solemnidad para el aplauso casi enlatado de los suyos. Al otro lado de la pared, la perorata autocomplaciente se disgrega pegada al techo hasta deslizarse por la espalda de varias decenas de periodistas. Algunos, profesionales y apresurados, recogen del suelo en silencio cinco palabras, un proyecto de titular, acaso el embrión de una idea destinada a la nada. Hace tiempo que la calle estalló en griterío, hace demasiado tiempo que un político abrió la ventana por última vez.

Cada mañana que el presidente se presenta, bidimensional y sordo, en la pantalla de plasma, los votantes nos aposentamos en la ficción. Algunos, más jóvenes, quizá más crédulos, rodean el televisor para aprehender el volumen de la realidad. Pero detrás no hay nada. Y dentro tampoco. Así que mientras Rajoy esgrime la enésima excusa contra Europa, los espectadores cambiamos de canal para recibir las órdenes directamente de quien manda: Bruselas. El presidente, entretanto, se queda suspendido, con la mirada extraviada, moviendo los brazos, como si intentara regalar una esperanza que nadie está dispuesto a recibir.